Cartas MF 237 - a las HH. del Consejo

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Detalles


Título
Cartas MF 237 - a las HH. del Consejo
Tipo de contenido
Cartas
Lenguaje
PDF-ESP
Descripción

A LAS HH. ANTONIA ROBLES, MARÍA IGARATEGUI E ISABEL ANTÓN

Roma, 11 septiembre 1902 MF I 237. Autógrafa La M. Cándida se dirige, desde Roma, a los miembros de su Consejo que están en Salamanca: Antonia Robles, María Igarategui e Isabel Antón.

Al comunicarse esta vez con Salamanca, va a hacer quince días que llegaron a Roma. La M. Cándida y sus compañeras se encuentran apenas sin apoyo para lo que constituye sus verdaderos objetivos. El P. Panadero, que ciertamente ha tenido que responder de un difícil trabajo, da a las Constituciones de las Hijas de Jesús una orientación claramente franciscana, en contraste con su inspiración original. Por parte de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, el asunto es tratado, al parecer, con precipitación; en pleno verano, varios consultores están ausentes y otros se marcharán en fechas próximas. La M. Cándida y sus colaboradoras cuentan con muy poco tiempo para una labor de por sí delicada.  El P. General de los Jesuitas, con quien se entrevistan, les hace presente la disposición que existe en esos momentos por parte de la Compañía, según la cual ningún instituto puede tomar a la letra el texto de las Constituciones ignacianas. Respondiendo, quizás, a la misma disposición, un consultor de la Sagrada Congregación que pertenece a la Compañía de Jesús recortará palabras y expresiones en el texto constitucional presentado. Varios cardenales les ofrecen acogida y las tratan con deferencia y cariño. Algunos jesuitas las animan. Uno de los consultores, religioso de la Madre de Dios, se interesa por ellas y las ayuda con sus consejos. Pero ninguna de estas actuaciones parece modificar notablemente el curso de los acontecimientos. En este completo cuadro de circunstancias, correspondientes, por otra parte, a unos años en que la mujer tiene escasa voz dentro de la sociedad y de la Iglesia, se mueven la M. Cándida y sus colaboradoras para llevar a cabo un asunto de trascendencia máxima, que hubiera requerido, además del tiempo suficiente para actuar con calma, otro grado de interés y ayuda por parte de los que intervinieron en él. Pero son precisamente estas circunstancias las que hacen resaltar sus actitudes evangélicas. Desprovista de apoyos humanos, se mantiene firme en la fe del pobre, que pone su causa en las manos de Dios, esperando, contra toda esperanza, en su amor de Padre. Dedicada a un asunto cuya gravedad la llena de preocupaciones, sigue atenta a las necesidades de sus compañeras de viaje y se interesa por las noticias que le llegan de las diversas comunidades de la Congregación.

Idioma
Fecha de publicación
1902