A LA H. JOAQUINA GÓMEZ LOMBA
Roma, 13 septiembre 1902 MF I 238. Autógrafa.
Joaquina Gómez, con quien se comunica aquí nuevamente la M. Cándida, se encuentra, al frente de la comunidad de profesas y novicias, en el noviciado del Sagrado Corazón, de Salamanca, misión que había asumido en enero de ese mismo año de 1902 (cf. DSn 1 p.102ss) A través de las varias cartas que le escribe durante su larga estancia en Roma y las dirigidas a las Hermanas que formaban en aquel momento el Consejo General, se pueden seguir los diferentes pasos que la M. Fundadora va dando para conseguir la aprobación, por parte de la Santa Sede, de las Constituciones del Instituto (cf. también cartas 240 y 241) Ha tenido que afrontar muchos y grandes sufrimientos al defender el texto de las Reglas, en las que siente reflejada su experiencia espiritual como primera Hija de Jesús. Aunque haya luchado con todas sus posibilidades humano‐sobrenaturales, se ha sentido muchas veces pobre y pequeña para hacer valer sus razones, y ha tenido que aceptar que algunos puntos no se expresen como quería ella. Ahora le toca vivir poscontratiempos que suelen darse en ambientes burocráticos, y que se reflejan en dilaciones injustificadas, en nuevas exigencias que se van explicitando en la marcha, en condiciones y circunstancias que no se han dado a conocer anteriormente o que se presentan de manera diversa y contradictoria. Además de los disgustos inherentes a esta realidad concreta, en la que la M. Cándida experimenta seguramente el poco aprecio a su persona y al asunto tan importante que trae entre manos, no dudamos que sufre también y se preocupa por tener que prolongar, de modo indefinido, su estancia en Roma, con consecuencias que repercuten en la situación económica, ya deficitaria, en que vive la Congregación. Pero el escenario en que se mueve tiene siempre la luz intensa de su honda experiencia espiritual, en la que todo y cualquier acontecimiento adquiere para ella las verdaderas dimensiones. En medio de la pena de esos días, el Señor la consuela con la participación en una audiencia pontificia, y ella vive con intensidad la emoción singular del encuentro con el Vicario de Cristo (cta.241)