A LA H. ÁGUEDA REY GARCÍA
Salamanca, 15 junio 1912. MF IV 164. No autógrafa. Escrita por Joaquina Gómez y firmada por la M. Cándida.
A través de la correspondencia que Águeda Rey dirige a la M. Fundadora en los años 1910 – 1912, seguimos la marcha del pequeño grupo comunitario de Bernardos, del que Águeda es superiora. El grupo está formado por cuatro Hijas de Jesús que atienden en el pueblo la escuela de niñas Virgen del Castillo, la clase de párvulos y la escuela dominical. Viven en una gran pobreza de recursos económicos y conocen lo que significa la soledad, particularmente cuando pasan por la experiencia de la enfermedad o la muerte de alguno de sus miembros. Existe, por otra parte, en esta comunidad un contacto lleno de interés con puntos de la Congregación tan lejanos como el Brasil, a través de una correspondencia bastante frecuente, que le permite conocer las vicisitudes y alegrías de los dos primeros grupos de Hijas de Jesús enviadas por la M. Fundadora a aquel país. Águeda Rey comunica, a través de sus cartas a la M. Cándida, éste y otros muchos aspectos de la vida de la comunidad de Bernardos. Su puesto de responsabilidad da ocasión a que manifieste en esta correspondencia la calidad de sus sentimientos y actitudes en relación con las demás. Para ella, y teniendo presente, sin duda, aquella comunidad concreta, expresa la M. Cándida en esta carta la importancia que da al papel de la superiora como gruía espiritual en la vida del grupo. La exhortación hecha a Águeda pasa casi insensiblemente al plural, dirigiéndose así a todas para pedirles unas actitudes que ella considera esenciales. El modo de tratar lo que se refiere a los ejercicios espirituales es también significativo en cuanto a la importancia que se atribuye a una realización adecuada de esta experiencia.